Una de las primeras cosas que trajeron consigo los españoles a estas tierras fue, desde luego, los distintos tipos de ganado.
Cortés trajo el puerco, que se aclimató con bastante rapidez a la Nueva España. La carne, la leche y el cuero cambiaron aspectos de una cultura que no conocía la leche y que tardó, mucho tiempo en adaptarse a ella, pues se descomponía fácilmente y producía enfermedades del estomago.
La carne de res era de sabor fuerte, muy distinto al tipo de delicadas carnes a las que estaba acostumbrado el indígena. En el siglo XVI, la gente del campo dejaba pudrir los animales con el fin de utilizar los cueros; con todo, y por su tamaño, la vaca era ideal como fuente de alimentos para mucha gente.
La mejor forma de utilizar la leche fue añadirla al azúcar para hacer postres y conservarla mezclada con almendra, piñones o arroz.
La barbacoa, antiguo procedimiento indígena de preparar la carne, se mestizó, empezó a utilizarse con los cabritos, traídos junto con las vacas de España.